La pedofilia un problema clínico, legal y social
Pedophilia: a clinical, legal and social problema. eduPsykhé, 2009, Vol. 8, No. 2, 195- 219 – https://journals.ucjc.edu/EDU/article/view/3825.
Las parafilias consisten en la presencia de repetidas e intensas fantasías, impulsos o
comportamientos sexuales que, por lo general, engloban alguna o varias de las siguientes
características: objetos del deseo no humanos, el objeto de deseo consiste en el
sufrimiento o humillación de uno mismo o de la pareja, o bien exige la participación de
niños, ancianos o personas que no consienten o con los que no existe apenas
comunicación.
La pedofilia es una de las parafilias más frecuentes que consiste en la excitación o el
placer sexual derivado de fantasías o actividades sexuales con menores prepúberes. En
muchas ocasiones se utiliza el término pedofilia como sinónimo de pederastia, pero para
ser rigurosos es preciso señalar que mientras la pedofilia es un término más amplio en el
que se incluyen todo tipo de relaciones con menores, tanto homosexuales y
heterosexuales, la pederastia se refiere a la atracción homosexual por prepúberes. En la
actualidad la pedofilia se incluye en los diferentes manuales y clasificaciones de
trastornos mentales dentro de las parafilias.
Perfil o tipos de pedófilos: Dentro de los múltiples estudios que se han realizado sobre el
tema, si hay un punto en que los diferentes autores se ponen en común es en que no existe
un perfil claro del pedófilo. El pedófilo puede ser un hombre o una mujer, aunque éstas
son minoría; puede ser joven, adulto o anciano; puede ser un persona culta y respetada en
su profesión o una persona inculta; pueden ser homosexuales o heterosexuales; suelen
preferir a las niñas pero también pueden inclinarse por los niños o por ambos sexos;
pueden conocer a la víctima (ser familiares o amigos) o ser completamente desconocidos;
sus actos pueden ir desde la masturbación, utilización de pornografía infantil, hasta los
tocamientos y violación; unos utilizan la violencia y otros sutiles técnicas de
manipulación. Podemos hablar de pedofilia “primaria” cuando ésta está muy arraigada en
el sujeto, y de pedofilia “secundaria” cuando ésta está asociada a otro trastorno
psicopatológico como un retraso mental, una demencia degenerativa o un alcoholismo.
También podemos diferenciar a los pedófilos de “tipo exclusivo” que sólo se sienten
atraídos por menores, de los de “tipo no exclusivo” cuando también sienten atracción
sexual por adultos. Los pedófilos son mayoritariamente varones (un 13%
aproximadamente son mujeres); suelen cometer el abuso sexual normalmente entre los
30 y 50 años de edad (a pesar de que un 20% de los agresores son adolescentes); suelen
estar casados; los agresores son habitualmente familiares o allegados (profesores,
vecinos, etc.) de la víctima; su apariencia es normal; tienen un estilo convencional; suelen
tener una inteligencia media y no son psicóticos. Hay que aclarar que la mayoría de los
pedófilos intentan no “maltratar” a los niños, bien porque no sienten impulsos sádicos,
por la atracción que sienten por ellos o por el temor a que si les hacen daño éstos puedan
hablar con alguien y ser descubiertos. Muchos pedófilos al ser descubiertos justifican sus
actos defendiendo el valor educativo de éstos para el niño, acusando al niño de seductor
que incita al adulto, o alegando que el niño había obtenido placer con su comportamiento.
Los más peligrosos son los pedófilos con rasgos sádicos y que practican el denominado
“pedosadismo”. En estos casos, además de sentir una atracción sexual por los niños,
sienten placer infringiéndoles daño o sometiéndolos, llegando en los casos más graves a
matar a su víctima. Es importante diferenciar estos sujetos de los que también matan a su
víctima pero no por una satisfacción en el hecho en sí de matar, sino por el temor a ser
delatados y descubiertos.
¿Qué piensa un pedófilo? Las distorsiones cognitivas se han señalado como una
característica central de la ofensiva de los delincuentes sexuales, siendo las más
frecuentes “Las caricias sexuales no son realmente sexo y por ello no se hace ningún
mal”, “los niños no lo cuentan debido a que les gusta el sexo”, “el sexo mejora la relación
con un niño”, “los contactos sexuales son una muestra de cariño”, “la falta de resistencia
física significa que el niño desea el contacto sexual”, “si no hay violencia el menor no va
a desarrollar trastornos”, etc. El anonimato de internet ha permitido a los pedófilos
asociarse y compartir sus experiencias, a la vez ha permitido al resto de las personas tener
acceso a su forma de pensar y de ver la pedofilia. Los pedófilos defienden su derecho a
amar a los niños y su derecho de expresión alegando que cuando no hay violencia,
explotación o prostitución, su preferencia sexual debe ser respetada. Estos pedófilos
señalan que los niños tienen derecho, y sobre todo capacidad de elegir, y por lo tanto
pueden demostrar el rechazo si algo no le gusta, además, no consideran a la pedofilia
como una enfermedad y por ello rechazan el tratamiento. Muchos pedófilos defienden el
derecho a la libertad sexual del niño que se encuentra oprimido por una sociedad
sexofóbica. De esta forma, estos pedófilos señalan que el verdadero daño que sufre el
menor es derivado de: a) tener que mantener en secreto los “juegos” que hacen con los
adultos (generando sentimientos de culpa, vergüenza e inseguridad); b) los trámites
judiciales tras la denuncia de los hechos (interrogatorios, testimonios y careos); y c) el
comportamiento de los padres, ya que sí éstos no comunicaran a sus hijos el temor de ser
víctimas de la violencia, el menor no se negaría a las atenciones sexuales de los adultos,
no sentiría vergüenza, y finalmente, no sería asesinado. Si este tipo de pensamientos nos
muestra lo irracional del pensamiento del pedófilo, quizás nos deba preocupar más cuando
algunos sexólogos lo comparten alegando que el mayor riesgo de la pedofilia no radica
en las prácticas sexuales en sí, sino que se ve determinado por el pánico de los adultos y
el posterior procedimiento judicial. Sería, según este tipo de pensamiento, la fobia sexual
de padres y de educadores lo que llevaría al menor a creer que las relaciones sexuales son
dañinas e inmorales, y es por ello el sentimiento de culpa del niño el que le llevaría a su
sufrimiento. Según este tipo de pensamiento, si ante un acto pedófilo se minimiza el hecho
y se comenta como algo natural y normal, se ayudaría al menor a superar su malestar.
Teorías explicativas de la pedofilia: Muchos autores coinciden en que el pedófilo presenta
una personalidad inmadura, con sentimientos de inferioridad que le dificulta el mantener
una relación amorosa o sexual adulta. Serían sujetos narcisistas que sólo piensan en su
placer, que buscan a los menores porque sienten que pueden dominarlos y no suponen un
riesgo para su frágil autoestima. Además, estos sujetos no entienden lo “inadecuado” de
su conducta. Los niños son fáciles de manipular y por lo tanto pueden conseguir sus
objetivos sin que corran el riesgo de ser rechazados ni que su débil autoestima se vea
dañada. Frente a los niños indefensos los pedófilos se sienten poderosos. Pero ¿por qué
unos sí y otros no?, ¿qué lleva a una persona a sentir ese deseo? Son muchas las teorías
acerca del origen de las preferencias sexuales y son pocos los datos empíricos que puedan
dar mayor validez a unas frente a otras, por eso quizás sea más acertado considerar la
coincidencia de varios mecanismos en el sujeto que le llevan a presentar este tipo de
impulso y/o comportamientos. Entre todos estos mecanismos, están los más estudiados y
que pueden explicar no sólo el origen de la pedofilia sino de cualquier otra parafilia. A)
Problemas de relación: la dificultad para conseguir intimidad y la consecuente soledad
derivada de un estilo inadecuado de formación de vínculos. Esta dificultad puede
derivarse de un ausencia de modelos adecuados o de haber recibido el propio sujeto
abusos sexuales en su infancia. La ausencia de empatía o el déficit de ésta también
dificultarían el establecimiento de relaciones adecuadas. B) Experiencias de abuso-
maltrato en la infancia: muchos estudios muestran que una gran proporción (entre el 40
y el 60%) de pedófilos han sido víctimas de abusos sexuales en su infancia. Sin embargo
no está claro el mecanismo por el cual haber sido víctima convierte al sujeto en agresor,
al fin y al cabo, no todos las víctimas se convierten en agresores. Una de las teorías que
explicaría este mecanismo sería la que señala un modelado defectuoso por el que el
pedófilo intentaría imitar la conducta de los que en su día le agredieron. El sentimiento
de rabia y fracaso, tras un trauma vivido en la infancia, puede crear la necesidad de repetir
el episodio traumático durante otras etapas evolutivas. C) Desarrollo de un impulso
sexual desviado: a través de procesos de condicionamiento clásico y/o operante, estímulos
atípicos o determinadas situaciones estimulares previamente sexualmente neutras podrían
haberse investido con la capacidad de evocar excitación sexual. El primer episodio, que
podría ser accidental, se afianzaría por medio de las fantasías y conductas masturbatorias.
A estos condicionamientos podrían unirse el aprendizaje social e incluso la influencia de
determinados estímulos biológicamente preparados para facilitar tal asociación según
diversos autores. D) Haberse alterado la secuencia “normal” de cortejo: en las parafilias,
esta secuencia “normal” que tendría 4 fases, se vería alterada bien por intensificación o
fijación a una de ellas o bien por fallos o eliminación de otras. E) Presencia de problemas
o trastornos cognitivos: muchos autores coinciden en la existencia de diferentes
distorsiones cognitivas como base de las parafilias. La minimización, la negación, la
transferencia de responsabilidades hacia otra persona, así como toda una serie de
creencias o de actitudes facilitarían la realización de las diferentes conductas sexuales
desviadas. Es importante señalar sin embargo que no queda claro si son las creencias
distorsionadas las que llevan por ejemplo a un pedófilo a abusar de un menor, o las
creencias son el resultado de una búsqueda de justificación de su conducta. Parece más
bien que son las interpretaciones erróneas o distorsionadas del comportamiento de los
niños, las que llevan al pedófilo a construir una serie de creencias que le ayudan a
justificar sus actos. F) Una adicción sin sustancia: las pedofilia se consideraría como una
forma más de adicción y como tal presentaría una serie de características: 1) está
controlada por reforzadores positivos en su inicio y por reforzadores negativos al final;
2) implica cierta pérdida de control para el sujeto; 3) conlleva normalmente deterioro
social del sujeto; 4) suele producirse cierto grado de tolerancia; 5) está determinada por
la dependencia como proceso esencial y básico. Apoyando esta teoría muchos autores
señalan la existencia de diversas adicciones (sobre todo el alcohol) en sujetos parafílicos.
G) Explicaciones biológicas: algunos autores han relacionado el comportamiento sexual
desviado a algún tipo de disfunción cerebral. Sobre todo se ha estudiado la influencia de
lesiones en el lóbulo temporal, en el lóbulo límbico, así como trastornos en la región
fronto-temporal izquierda. Otros estudios señalan la relación de trastornos hormonales
(altos niveles de testosterona) con la conducta sexual agresiva. De todas formas, el
conocimiento al respecto es muy limitado aunque sí es verdad que se está investigando
sobre todo para determinar el efecto positivo de un tratamiento farmacológico para
controlar algunos casos de parafilias.
¿Tiene tratamiento la pedofilia? Ante la pregunta de si tiene cura la pedofilia no existe
una respuesta afirmativa ni negativa. La mayoría de los autores coinciden en que con el
tratamiento un pedófilo puede aprender a controlar su conducta pero la inclinación sexual
en sí no cambia. Los pedófilos deben asumir que su orientación sexual permanecerá
siempre pero también deben aprender a asumir la responsabilidad de su conducta, a
controlarla, y a renunciar a todo tipo de contacto sexual con menores. Por esto es que la
mayoría de los terapeutas hablan de “control” más que de curación, se trataría de dotar al
sujeto de un grado de conocimiento de su impulso, así como de recursos que le permitan
ejercitar cierto control sobre su éste para conseguir así una “abstinencia controlada”
similar a la que puede tener un alcohólico.
Alternativas terapéuticas: Como ya se señaló anteriormente, parece que no se puede
atribuir una única causa a la existencia o no de la pedofilia, por lo tanto, el tratamiento no
puede ir dirigido solamente a abordar el impulso sexual. Es importante que el programa
de tratamiento incluya también el tratar aspectos que pueden ser determinantes en la
pedofilia de un sujeto como pueden ser: carencias de tipo personal, creencias de tipo
misóginas, carencias relacionales, expresión inadecuada de su hostilidad, falta de
habilidades de solución de problemas, baja autoestima, existencia de una adicción a
sustancias, etc.
Modalidades de tratamiento: las mismas se encuentran representadas por la psicoterapia
cognitiva conductual y el tratamiento farmacológico, dentro del cual se incluye la
castración química.
BIBLIOGRAFÍA
Dr. Omar Angel Gabrielli
Asesor Médico – Instituto de Estudios Criminológicos