Armas eléctricas: ¿qué sabemos? ¿qué ignoramos? Electronic control devices: what is known? what is unknown? Cuad Med Forense 2013;19(3-4):75-86.
En este artículo de revisión, los autores realizan una interesante investigación bibliográfica con relación al empleo o uso por parte de las fuerzas de seguridad de este tipo de dispositivos al momento de un enfrentamiento. Podemos afirmar que los funcionarios y sociedad en su conjunto debaten con aciertos y desaciertos, como debería actuar un funcionario policial o de seguridad, al momento de enfrentar a un individuo que pueda amenazar su integridad personal – vida – durante un enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Existen en la actualidad varias opciones estratégicas disponibles para las fuerzas de seguridad para enfrentar personas potencialmente agresivas o violentas, o personas con alteraciones en el comportamiento. Las opciones menos letales incluyen medidas de restricción personal, bastones, aerosoles incapacitantes y dispositivos de energía conducida como la conocida pistola Taser®. Aunque ninguna de las medidas a adoptar por parte de las fuerzas de seguridad está libre o exenta de riesgo, el uso de armas Taser® es y ha sido motivo de una particular controversia o polémica. Amnistía Internacional ha publicado muertes asociadas con su uso en los Estados Unidos. Por lo tanto, la utilización de este tipo de armas eléctricas como mecanismo policial de inmovilización temporal es muy controvertida, ya que se han atribuido “muertes en custodia” como consecuencia de su uso. Existen dos tipos de armas eléctricas. La denominadas “dispositivo de descarga por contacto” (DDC), que para producir la descarga eléctrica sobre la persona necesitan entrar en contacto directo con ella. El otro, es el “dispositivo conductor de energía” (CED), que produce la descarga eléctrica a distancia. El precursor de los dispositivos de descarga por contacto es la picana eléctrica inventada por John Burton a principios de los años 1930 para controlar a su ganado. El dispositivo conductor de energía más conocido es la pistola TASER® y sus diferentes modelos. El dispositivo TASER® (Thomas A. Swift’s Electric Rifle) es un arma electrónica de inmovilización disponible comercialmente desde 1974. Fue desarrollada como una alternativa al revólver 38 Special por John H. Cover.
Las armas tipo DDC tienen en general cuatro electrodos, dos de contacto y dos de descarga. Los dos electrodos de descarga están más cerca entre ellos que los de contacto, por lo que cuando se realiza una descarga sin hallarse el arma en contacto con una persona se produce entre los electrodos de descarga un arco voltaico visible al ojo humano y un sonido desagradable que puede tener por sí mismo un efecto disuasorio. La pistola tipo TASER® tiene dos modos de funcionamiento, por contacto directo o a distancia disparando los electrodos, lo que permite la separación entre el personal de seguridad y el objetivo. A distancia es cuando la TASER® es más efectiva (2 a 3 metros). Usa impulsos eléctricos emulando a los humanos para estimular los nervios que controlan el movimiento, y así anular su control – incapacitación neuromuscular. Mediante las descargas eléctricas que producen, se inmoviliza a la víctima como consecuencia de una contracción muscular tetánica dolorosa. Este dispositivo genera cinco segundos de trenes de pulsos eléctricos que se envían al cuerpo mediante dos púas propulsadas (que se incrustan en ropa o piel y permanecen conectadas al dispositivo mediante un cable conductor) o por contacto directo de los electrodos (modo de conducción-aturdimiento).
Lesiones y muertes como consecuencia de las armas eléctricas: La utilización de armas eléctricas como mecanismo policial de inmovilización temporal es muy controvertida, ya que se han atribuido muertes en custodia como consecuencia de su uso. La atribución de muertes suele centrarse en la utilización del arma mediante múltiples descargas o como consecuencia de descargas de larga duración. Como factores secundarios o indirectos recogidos en la bibliografía se encuentran factores de riesgo individual basados en el estado de salud previo, el hecho de que la víctima se encontrara sumergida en el agua o cerca de sustancias inflamables, la susceptibilidad de que la descarga provoque la caída de la víctima, o el factor estrés durante el forcejeo o la reducción. La condición previa de las personas expuestas a estos incidentes parece determinante en los resultados. El consumo de alcohol ha sido estudiado, sin apreciar efectos significativos; el consumo de drogas se argumenta como factor desencadenante en algunos casos. Los efectos de estas armas en la víctima dependen de la resistencia cutánea, de la presión ejercida, de si en la piel existían soluciones de continuidad o si estaba húmeda. Una vez efectuada la descarga, el impulso eléctrico no se localiza únicamente entre los electrodos, sino que pasa por las zonas de menor resistencia neurovasculares. Según la duración podemos encontrar distintos efectos: una descarga de 0,5 segundos repele a la víctima, entre 1 y 2 segundos produce una contracción muscular tetánica que provoca la caída, y entre 3 y 5 segundos dejará a la víctima inmovilizada. La rigidez y el dolor en la zona muscular en el lugar de aplicación se producen con posterioridad a la fase de parálisis.
Lesiones cutáneas por armas eléctricas: Debemos tener en cuenta que no es necesario que el arma penetre en la piel para que sea efectiva. Sobre la piel se han descrito lesiones pares (cuando son consecuencia de la acción de los electrodos), maculares eritematosas, redondeadas, de entre 2 y 5 mm, bien circunscritas, con puntura central, separadas unos 5 cm, que pueden persistir hasta 2 horas. Se asocian excoriaciones como consecuencia de los movimientos de la víctima. En caso de que no haya penetrado la punta, se encontrarán mínimas quemaduras en la zona de aplicación.
Lesiones musculares: La incapacitación por este tipo de armas se produce como consecuencia de una contracción tetánica, y no es necesaria la penetración cutánea para que sean efectivas. La afectación muscular con rabdomiólisis puede ser consecuencia de la actividad muscular intensa, compresión sobre el músculo, fenómenos de hipertermia, tóxicos musculares directos o bien por la lesión eléctrica producida por este tipo de armas.
Efectos cardiovasculares: Una de las mayores preocupaciones sobre la utilización de estas armas es la posibilidad de que induzcan fibrilación ventricular. Se considera, que la energía descargada por este tipo de armas como poco probable que provoque una fibrilación ventricular minutos o horas después de una descarga. El hecho de que exista un posible mecanismo de captura miocárdica en los dispositivos intracardiacos requiere una mayor investigación. Los efectos que pueden producirse mediante descargas continuadas siguen siendo una incógnita.
Efectos sobre el sistema neuroendocrino: Las descargas con armas eléctricas pueden provocar una alteración del sistema neuroendocrino al producir una descarga adrenérgica. En este sentido, se han comparado los efectos de la descarga de un arma TASER® con los que se producen tras un ejercicio físico extremo, llegando a la conclusión de que funciona como un factor estresante, pero sin efectos clínicos significativos. Con relación a la descarga adrenérgica, cabe preguntarse si existe una relación entre el delirio agitado y la utilización de armas eléctricas. La literatura recoge algunos casos de muerte en custodia asociados a comportamientos violentos, confrontación física, consumo de drogas o como consecuencia de la contención mecánica. Las autopsias, cuando no pueden explicar la causa de la muerte, en algunas ocasiones la atribuyen a una causa controvertida y de patogenia poco clara, como es el delirio agitado. Este se caracteriza este síndrome por una alteración del nivel de consciencia, con estado confusional asociado con síntomas psicóticos. La persona que lo sufre aparenta estar en hiperalerta, agitado o estuporoso, con potencial autoagresivo o heteroagresivo, y en este contexto puede producirse la muerte. Los antecedentes y los hallazgos comunes en este tipo de muertes son: 1) antecedentes de confrontación física intensa contra la policía, algunos con contención en posición de decúbito prono, y la mayoría de ellos sufren hipertermia; 2) algunos se encuentran bajo los efectos de la cocaína, el alcohol u otros estimulantes o psicofármacos; 3) la mayoría de las víctimas son personas relativamente jóvenes y sanas, sin factores de comorbilidad cardíaca; y 4) en la mayoría de las autopsias no se encuentra una causa clara de la muerte.
Efectos sobre el sistema neuroendocrino: Las descargas con armas eléctricas pueden provocar una alteración del sistema neuroendocrino al producir una descarga adrenérgica. En este sentido, se han comparado los efectos de la descarga de un arma TASER® con los que se producen tras un ejercicio físico extremo, llegando a la conclusión de que funciona como un factor estresante, pero sin efectos clínicos significativos. Con relación a la descarga adrenérgica, cabe preguntarse si existe una relación entre el delirio agitado y la utilización de armas eléctricas. La literatura recoge algunos casos de muerte en custodia asociados a comportamientos violentos, confrontación física, consumo de drogas o como consecuencia de la contención mecánica. Las autopsias, cuando no pueden explicar la causa de la muerte, en algunas ocasiones la atribuyen a una causa controvertida y de patogenia poco clara, como es el delirio agitado. Este se caracteriza este síndrome por una alteración del nivel de consciencia, con estado confusional asociado con síntomas psicóticos. La persona que lo sufre aparenta estar en hiperalerta, agitado o estuporoso, con potencial autoagresivo o heteroagresivo, y en este contexto puede producirse la muerte. Los antecedentes y los hallazgos comunes en este tipo de muertes son: 1) antecedentes de confrontación física intensa contra la policía, algunos con contención en posición de decúbito prono, y la mayoría de ellos sufren hipertermia; 2) algunos se encuentran bajo los efectos de la cocaína, el alcohol u otros estimulantes o psicofármacos; 3) la mayoría de las víctimas son personas relativamente jóvenes y sanas, sin factores de comorbilidad cardíaca; y 4) en la mayoría de las autopsias no se encuentra una causa clara de la muerte.
Conclusiones
La bibliografía revisada por los autores pone en duda si la utilización de este tipo de armas es inocua. Existen factores de riesgo potencial (cardiopatía previa, estado de intoxicación, etc.) que pueden ser desconocidos por parte de la policía en el momento de su utilización, y que pueden poner en peligro la vida de la persona que recibe la descarga. En este sentido, parecería adecuado que no se realizaran nunca descargas en la zona torácica, y que éstas no fueran repetitivas ni prolongadas. De todas formas, siempre habrá factores incontrolables, como son las lesiones provocadas por la caída al suelo de la persona que ha sufrido los efectos de esta arma o las heridas producidas por los electrodos al clavarse. Desde el punto de vista médico forense, se considera que la atribución de una muerte en estos casos es muy controvertida, y que es necesario analizar los posibles factores de riesgo asociados para confirmar o descartar una verdadera relación de causa-efecto. A modo de conclusión, a pesar de la extensa bibliografía analizada, se estima que nos queda mucho por saber sobre este tipo de armas.
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Dr. Omar Ángel Gabrielli Asesor Médico – Instituto de Estudios Criminológicos