Violencia doméstica contra las mujeres y la pandemia de COVID-19: ¿Cuál es el
papel de la psiquiatría? https://doi.org/10.1016/j.ijlp.2020.101594.
En este artículo de reciente publicación – junio 2020 – los autores, reflexionan sobre
tres cuestiones de interés criminológico, como son la violencia doméstica, la psiquiatría
en su conjunto, y la actual pandemia de la COVID-19. A modo de introducción, se
subraya que la violencia doméstica configura una prioridad de la salud pública mundial,
tanto por su prevalencia como por la morbilidad física, la morbilidad psicológica y la
mortalidad asociadas a la misma. Dicha violencia puede involucrar componentes físicos,
sexuales, psicológicos y financieros, así como actos y comportamientos de control o
coerción. Muchos países, incluidos China, Francia, España, Italia y el Reino Unido han
expresado creciente preocupación sobre la violencia doméstica, en razón que los
gobiernos han restringido los viajes para evitar la propagación de la COVID-19. Se ha
establecido e informado, sobre un mayor riesgo de violencia doméstica asociado con la
actual pandemia. Las razones citadas incluyen: aislamiento social, exposición a factores
estresantes económicos y psicológicos, aumento de los mecanismos evasivos (como el
abuso de alcohol), y la imposibilidad de acceder a los mecanismos de apoyo habituales,
como así también, la fuga de hogares abusivos; debido a todas las medidas restrictivas
implementadas en cuarentena. En el presente trabajo, los autores plantean el siguiente
interrogante: ¿tienen los servicios de salud mental un papel específico que desempeñar
para abordar el desafío del aumento de la violencia doméstica durante esta pandemia?
En fundamento a ello, se plantean tres aspectos de esta cuestión que ameritan las
siguiente consideraciones. 1) Individuos con enfermedades mentales como autores de
violencia doméstica. Bajo este concepto, los autores destacan que antes de realizar
cualquier vínculo entre enfermedad mental y violencia doméstica, se deberían establecer
dos patrones de referencias para no aumentar el estigma que comúnmente, pero
erróneamente, se asocia con la enfermedad mental. Primero, aunque exista una
asociación entre enfermedad mental y violencia, la gran mayoría de las personas con
enfermedades mentales nunca serán violentas. La enfermedad mental, no causa
violencia doméstica en sí misma. La evidencia más sólida de un solo factor que vincula
la esquizofrenia y la violencia es el abuso de sustancias. Segundo, la violencia
doméstica involucra casi invariablemente cuestiones de poder y control, que no están
necesariamente relacionadas con la enfermedad mental del victimario, incluso si tuviere
alguna. De este modo, lo autores acentúan que sin embargo es notorio que los trastornos
por uso de sustancias, ya sea como diagnósticos principales o comórbidos, conllevan los
más altos riesgos absolutos y relativos de violencia doméstica. 2) Individuos con
enfermedades mentales como víctimas de violencia doméstica. Las personas portadoras
de enfermedades mentales graves tienen un mayor riesgo de llegar a ser víctimas de la
violencia doméstica. Por lo tanto, la patología mental también puede ser consecuencia
de victimización, pudiendo involucrar trastorno de estrés postraumático, depresión,
suicidio y abuso de alcohol o sustancias. Esta morbilidad psiquiátrico/psicológica se
suma a las secuelas físicas de la violencia o abuso. 3) Impacto asociado a la COVID-19
y mitigación por parte de los servicios de psiquiatría. Conforme a la bibliografía, ha
quedado establecido que durante la actual pandemia COVID-19, las tasas de derivación
a los servicios de salud mental han disminuido, muy a pesar de un probable incremento
del distrés psicológico, la victimización y las patologías mentales. Tendencia esta, que
se corresponde con la experiencia de anteriores pandemias. Un concepto para tener en
claro, resulta en considerar que el diagnóstico de violencia doméstica a menudo se hace
evidente solo durante una evaluación – entrevista psiquiátrica integral, y a través del
desarrollo de relaciones terapéuticas de confianza a lo largo del tiempo. Cierto es por lo
tanto, que también a través del tratamiento eficaz de las enfermedades mentales y el
abuso de sustancias, el riesgo de violencia doméstica por parte de las personas con estos
diagnósticos se verá reducido. Paralelamente a ello, hay informes muy preocupantes
acerca de la reasignación de personal de servicios psiquiátricos a otros servicios de
salud en respuesta a la actual pandemia. Es de suponer, que tal redistribución del
personal de salud mental interrumpe la continuidad de la atención de la salud mental de
los pacientes. Por lo tanto, la falta de un seguimiento coherente y asertivo aumentará los
riesgos de enfermedad mental, mala salud física (incluido COVID-19) y violencia
doméstica, especialmente entre las potenciales víctimas que dependen de los servicios
psiquiátricos para la seguridad, la defensa y el bienestar de sus hijos. Queda así
establecido, que cualquier contracción significativa en estos servicios de salud mental,
obstaculizará en gran medida el acceso a los servicios sociales y de salud para las
víctimas de violencia doméstica y las personas con enfermedades mentales.
A modo de conclusión, los autores sostienen que la provisión y expansión continua de los servicios psiquiátricos, tienen un papel vital que desempeñar para abordar el aumento de las tasas de violencia doméstica asociadas con la pandemia de COVID-19; en otras palabras, reducir el riesgo de violencia doméstica en primer lugar e identificar y apoyar a las víctimas cuando esta ocurra.
Dr. Omar Angel Gabrielli
Asesor Médico – Instituto de Estudios Criminológicos