Suicidios entre personas encarceladas en 18 estados de EE. UU.: Hallazgos del
Sistema Nacional de Denuncias de Muertes Violentas, 2003-2014.
Suicides Among Incarcerated Persons in 18 U.S. States: Findings From the National
Violent Death Reporting System, 2003–2014Journal of Correctional Health Care 1-13.July 31, 2020. https://doi.org/10.1177/1078345820939512
Las tasas de suicidio son más altas entre las personas encarceladas que entre las
personas no encarceladas. En 2014 en EEUU la tasa de suicidios fue de 50 por 100.000
reclusos, 20 por 100.000 prisioneros estatales y 14 por 100.000 prisioneros federales;
mientras que la tasa de suicidios ajustada por edad para toda la población
estadounidense fue de 12,9 por 100.000. Varios factores pueden contribuir al aumento
de las tasas de suicidio de las personas encarceladas, incluidas las circunstancias
personales y de la vida, el proceso de encarcelamiento y el entorno penitenciario.
Muchas personas encarceladas son más vulnerables al suicidio incluso antes de ingresar
al sistema penitenciario debido a pensamientos y conductas suicidas previas,
enfermedades mentales, problemas de uso de sustancias y / o privación económica y
social. Otros factores a nivel individual que se han asociado con los suicidios entre las
personas encarceladas incluyen el primer encierro, ser hombre, ser blanco y ser joven.
Sin embargo, el proceso de encierro también puede elevar la probabilidad de
comportamiento suicida debido a factores estresantes que lo acompañan, como la
pérdida de autonomía y libertad, reducción social (familia y amigos) y apoyo
financiero, abstinencia de sustancias, sentimientos de desesperanza y vergüenza. El
estrés asociado con los aspectos legales del encierro (por ejemplo, duración de la
condena) y enfrentar la realidad del encierro también puede aumentar la vulnerabilidad
de los reclusos al suicidio, ya que las investigaciones sugieren que es más probable que
ocurran suicidios durante el primeros meses de encierro, muy cerca de audiencias
judiciales, y entre aquellos con largas condenas. Las características del entorno
penitenciario también pueden afectar el comportamiento suicida, incluidas las
instalaciones superpobladas, la cultura combativa con el uso regular de la fuerza por
parte de otros reclusos y funcionarios penitenciarios. Las celdas restringen el
movimiento, se crea un aislamiento social que puede contribuir al deterioro psicológico y un mayor riesgo de suicidio. Además, los individuos en sus celdas a menudo
experimentan otros factores de riesgo de suicidio, como nuevos cargos disciplinarios,
privilegios reducidos, angustia psicológica y condiciones médicas y psiquiátricas. El
acceso inadecuado o limitado a los servicios de salud y salud mental; la escasez de
profesionales en salud mental suficientemente capacitados también puede contribuir a
una mayor vulnerabilidad al suicidio entre los encarcelados, debido a la menor
disponibilidad de tratamiento de salud mental y servicios de prevención del suicidio.
Propósito del estudio: utilizar un amplio muestreo poblacional de múltiples estados
americanos a fin de poder examinar los suicidios entre la población carcelaria, para
poder identificar características y circunstancias que permitan generar oportunidades de
prevención suicida. La comparación de los suicidios en la población carcelaria con los
suicidios de la población extramuros otorga un punto de referencia cuando se descubren
las circunstancias que rodean a la población carcelaria. En el presente estudio los datos
procedieron del Sistema Nacional de Notificación de Muertes Violentas (NVDRS) del
CDC, un sistema de vigilancia activa basado en el estado que recopila información
detallada sobre todas las muertes violentas (incluidos los suicidios) que ocurrieron en
los estados participantes. NVDRS recopila datos de certificados de defunción, informes
policiales y registros de médicos forenses. Los casos incluyeron todos los fallecidos por
suicidio de los 18 estados que participaron en NVDRS durante 2003–2014, donde el
fallecido era igual o mayor a 10 años de edad. Los fallecidos suicidas bajo encierro
incluyeron a todas las personas detenidas en una institución policial o correccional
cuando resultaron heridas de muerte. Los fallecidos suicidas no se consideraron
encarcelados si estaban arrestados pero no detenidos, bajo supervisión comunitaria,
residiendo en un centro de rehabilitación o en una instalación de desintoxicación.
Resultados: se registraron 1.896 muertes por suicidio en personas privadas de libertad y
121.512 muertes suicidas en personas no encarcelados – población general. En el
primer análisis se consideraron las diferentes características entre ambas poblaciones
suicidas. Se describen a continuación las distintas variables analizadas y las
correspondientes comparaciones: 1) Grupo etario (edad). La población suicida
carcelaria fue significativamente menor comparada con la población suicida
extramuros: rango 25 a 39 años – 44.4% vs 23.8%, respectivamente. 2) Sexo masculino.
Prevaleció en ambas poblaciones, no obstante ello, fue predominante en la población
suicida carcelaria: 91.2 % vs 77.9%, respectivamente. 3) Mecanismo de muerte. En la población carcelaria fue significativo el mecanismo asfíctico 92.2 % vs 23.5%,
respectivamente; en cambio en la población suicida extramuros, prevaleció el suicidio
mediado por armas de fuego 52.5% vs 0.1%, respectivamente. 4) Las circunstancias de
los eventos suicidas fueron conocidas en ambas poblaciones, carcelaria 90% –
extramuros 89.3%. 5) Problemática criminal y actos de violencia en el último mes.
Prevaleció en la población carcelaria 65.4% vs 8.9% extramuros. Así también, se
observó que la población suicida carcelaria, había tenido el antecedente de un reciente y
serio acto criminal – 5.6% vs 1.8%. 6) Condiciones actuales de salud mental, fueron
significativamente menores en la población suicida carcelaria – 33.8% vs 45%,
respectivamente. 7) Depresión/Distimia fueron significativamente menores en la
población carcelaria – 18.2% vs 34.1%, respectivamente. 8) Problemática con el
alcohol, fue también significativamente menor en la población suicida carcelaria –
10.5% vs 17.9%, respectivamente. 8) Otra problemática psiquiátrica. En cambio la
población suicida carcelaria tuvo una mayor y significativa prevalencia de un
diagnóstico de Esquizofrenia – 3.5% vs 2.2%; como así también, prevaleció en la
misma una problemática con el abuso de otras sustancias psicoactivas no alcohólicas –
20.5% vs 15%, respectivamente. 9) Tratamiento psiquiátrico. En este aspecto, se
observó que la población suicida carcelaria tenía un significativo menor antecedente de
haber recibido algún tipo de actual terapia médica psiquiátrica – por salud mental o
abuso de sustancias – 24.7% vs 32.7%, respectivamente. 10) Historia de pensamiento
suicida. Aquí también, dicho antecedente fue significativamente menor en la población
carcelaria – 22.2% vs 32.1%, respectivamente. 11) Carta suicida/Intento de suicidio
previo. Fueron ambos significativamente menores en la población suicida carcelaria –
23.3% vs 33.8% / 16.7% vs 28.2%, respectivamente. 12) Análisis toxicológico
positivos al momento de la muerte. Los resultados positivos fueron significativamente
prevalentes en la población suicida extramuros. El análisis comparativo de sustancias
entre la población suicida carcelaria vs extramuros demostró: alcohol – 7.1% vs 35.8%;
marihuana – 8.8% vs 11.5%; cocaína – 4.0% vs 6.9%; opiáceos – 8.2% vs 22.5%. En
un segundo análisis de los datos, se consideró únicamente a la población suicida
carcelaria. La gran mayoría de los suicidios carcelarios – 92.8% – ocurrieron en las
celdas. Se destacan que un 2.3% ocurrieron en la unidad médica asistencial, mientras
que un 1.8% sucedieron en una unidad psiquiátrica. Otro dato de interés que destaca el
presente estudio subraya que un reciente encarcelamiento (≤ a 7 días) sucedió en el 55% de los casos. Cuando se analizó el momento del día en que ocurrió la muerte, se destacó
en un 31.7% entre las 12.00 pm – 5.59 pm. Otra variable sujeta a revisión fue el tipo de
delito cometido que condujo al encarcelamiento, el 46.1% de los casos suicidas tenían
el antecedente de un delito contra las personas; donde los homicidios representaban el
27.6% y los atentados el 32.1%; como así también un 20.4% por violencia doméstica.
Un dato que se destaca es que un 23.4% había consumido sustancias al momento del
crimen perpetrado. Como ya fuera expresado en el análisis previo, la mayoría de los
suicidios carcelarios ocurrieron por un mecanismo asfíctico, destacándose que el 97.5%
fue por ahorcadura. Cuando los investigadores analizaron el tipo de ligadura utilizada,
el 71.8% se correspondió con ropa de cama; ubicándose el punto de anclaje en la cama
en el 35.7%; correspondiendo un 82.2% a literas. Así también, se describe que los
suicidios que ocurrieron dentro de la primer semana de encarcelamiento, tenían un test
toxicológico positivo, comparado con aquellos suicidios ocurridos posterior a la primer
semana del encierro. De aquellos suicidios ocurridos dentro de las primeras 24 hs del
encierro y con disponibilidad de análisis toxicológico, se observó 34.6% – alcohol;
23.5% – marihuana; 11.6% – cocaína; 7.3% – opiáceos. Los autores destacan varias
limitaciones del estudio. Primero, no se tuvo acceso a datos de comparación para la
población general encarcelada en los Estados Unidos. Por lo tanto, no han podido
identificar los factores que aumentan el riesgo suicida entre todas las personas
encarceladas; en cambio, si compararon a los fallecidos suicidas encarcelados con los
fallecidos suicidas en la población general para identificar los factores únicos de esta
población. En segundo lugar, no tuvieron acceso a datos sobre factores institucionales
como el tipo de instalación (cárceles, prisiones estatales, prisiones federales), nivel de
seguridad, instituciones públicas versus privadas, disponibilidad de recursos, y políticas,
todas las cuales pueden afectar el suicidio de los reclusos y las estrategias de prevención
del suicidio. En tercer lugar, los datos para este análisis provienen de los 18 estados que
participaron en el Sistema Nacional de Notificación de Muertes Violentas – NVDRS –
durante el período de estudio; por lo tanto, los datos no son representativos a nivel
nacional. En cuarto lugar, los datos NVDRS se limitan a la información contenida en
los documentos fuente. Los datos toxicológicos no se recopilan de manera coherente en
todos los estados, y no se realizan pruebas de toxicología para todos las muertes.
Nota del autor: Los hallazgos del presente estudio, independientemente de las
limitaciones expuestas por los investigadores, destaca la necesidad de mejorar la detección y el tratamiento de la conducta suicida, especialmente durante los períodos de
encarcelamiento tempranos y vulnerables.
Dr. Omar Angel Gabrielli
Asesor Médico – Instituto de Estudios Criminológicos