Dr. Omar Angel Gabrielli
Asesor Médico – Instituto de Estudios Criminológicos
Las infecciones virales por hepatitis, sífilis, VIH y la tuberculosis en el sistema
carcelario, han sido identificadas a nivel mundial como un problema de salud pública.
La coinfección por tuberculosis (TBC) y hepatitis viral puede aumentar el riesgo de
hepatotoxicidad inducida por el tratamiento antituberculoso, lo que lleva a la frecuente
causa de suspensión de los fármacos antituberculosos de primera línea. En 2015, Brasil
reportaba alrededor de 698.618 personas encarceladas en sistemas penitenciarios
(342/100 mil habitantes), que solo están diseñados para albergar a 371.201 personas;
habiendo sido clasificado como el tercer país con mayor población carcelaria del
mundo. El estado de Mato Grosso do Sul en el centro de Brasil, tiene la tasa más alta de
encarcelamiento del país, con aproximadamente 15.700 reclusos. La población
carcelaria configura un grupo de alto riesgo de contraer y transmitir enfermedades
infecciosas, incluida la TBC, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), el virus de
la hepatitis B (VHB) y hepatitis C (VHC) y la sífilis. Esto se debe en parte a las
condiciones relacionadas con el confinamiento, y también a una mayor desventaja
socioeconómica, abuso de sustancias y comportamientos sexuales de alto riesgo dentro
de esta población antes, durante y después del encarcelamiento. El objetivo de este
estudio transversal fue investigar las características epidemiológicas de las infecciones
por VHC, VHB, sífilis y, VIH entre reclusos con tuberculosis confirmada
bacteriológicamente en Campo Grande (MS), Brasil central. De mayo de 2014 a marzo
de 2017, se reclutaron reclusos varones de dos instituciones penales cerradas: Instituto
Penal de Campo Grande y Estabelecimiento Penal Jair Ferreira de Carvalho. Según el
último Censo de Unidades Penitenciarias publicado en 2016, había aproximadamente
3.400 reclusos en estas dos importantes instituciones penales, que tenían capacidad para
albergar hasta 904 reclusos. Todos los encarcelados diagnosticados con tuberculosis
confirmada bacteriológicamente por los especialistas en enfermedades infecciosas se incluyeron en la población elegible. 279 personas encarceladas aceptaron participar del
estudio de manera voluntaria. Los mismos fueron informados sobre la encuesta,
firmaron un consentimiento escrito e informado, y luego fueron entrevistados cara a
cara para obtener información sobre características sociodemográficas y factores de
riesgo mediante un cuestionario. Los principales resultados sobre los 279 participantes
fueron: TBC pulmonar 97.8%; TBC extrapulmonar 2.2%; prevalencia de HCV 4.7%;
VIH 6.8%; HBV 9.3%; marcadores de hepatitis crónica tipo B 1.4%; 10% con marcador
VDRL positivo; sífilis activa 5%. Interesante fueron también los siguientes hallazgos
conforme a la prevalencia de la coinfección TBC/HCV entre los participantes
portadores de VIH: 15.8% (comparado con 3.8% observado en reclusos no infectados
por el VIH); así también, entre los participantes con TBC y HCV positivos, un 23.1%
también presentaron serología positiva para VIH, 23.1% con VDRL positiva y 30.8%
HBV. La TBC sigue siendo la infección oportunista más común en todo el mundo, y se
la entiende como endémica, especialmente dentro de las cárceles brasileñas. La
prevalencia del VHC encontrada en este estudio (4.7%) fue superior a la observada
entre la población general (1,38%). El diagnóstico de serología positiva por VIH
durante el screening de TBC, es un evento muy frecuente y común. La prevalencia de
infección por VHC fue 4 veces mayor en pacientes coinfectados con TBC / VIH que en
pacientes infectados con TBC solo (15,8% frente a 3,8%). Los autores subrayan que en
la población carcelaria en estudio, los participantes con infección TBC establecida con
marcador serológico de exposición al VHC tenían significativamente más
probabilidades de ser VIH positivos, lo que sugiere que la seropositividad al VIH puede
identificar a pacientes con infección por VHC desconocida. Otro dato de particular
interés del estudio, muestra que los participantes con evidencia de exposición al VHC,
VHB y sífilis tenían significativamente más probabilidades de ser mayores de 35 años.
La edad se considera un factor de riesgo acumulativo de infecciones por sífilis, VHC y
VHB a través de la sangre, los productos sanguíneos y las vías sexuales. En razón de
ello, los autores consideran que el trasladado entre establecimientos penitenciarios,
expone al individuo a un mayor número de personas potencialmente infectadas,
promoviendo especialmente las relaciones sexuales de alto riesgo con varias personas,
el compartir equipo de inyección (agujas y jeringas) y reutilizar objetos afilados y sin
esterilizar para tatuar y perforar el cuerpo. En función de ello, sugieren que una vez que
se haya observado algunos de estos comportamientos entre los participantes con evidencia de exposición al VHC, VHB y VIH, deberían reforzarse los esfuerzos para
minimizar daños; como ser el uso de condones o el intercambio de agujas, en la
población encarcelada. Las cárceles son un hábitat ideal para la detección y tratamiento
de las infecciones por VHC, VHB, sífilis y VIH, no solo por la alta tasa de conductas de
riesgo específicas a las que están expuestos los presos, sino también por el riesgo
potencial de transmisión dentro de las cárceles. En base a ello, sería importante
establecer una rutina de diagnóstico serológico de infección por VHC, VHB, sífilis y
VIH al momento de la admisión de nuevos internos, y la continua realización de
pruebas diagnósticas durante el período de cumplimiento de la pena. Es importante
señalar que la mayoría de los internos que fueron diagnosticados con infección por
VHC en este estudio (53,8%) desconocían su condición virológica y tampoco recibían
tratamiento anti-VHC, destacando la necesidad de implementar estrategias para mejorar
el abordaje diagnóstico y terapéutico del VHC en los reclusos. Por lo tanto, conforme al
presente estudios, se considera que el entorno de alto riesgo en las prisiones proporciona
condiciones óptimas para adquirir y transmitir enfermedades infecciosas como la
exposición al VHB, el VHC y el VIH, incluida la TBC. Resultando que el testeo
diagnóstico de enfermedades infecciosas puede proporcionar beneficios en el
tratamiento y seguimiento posterior de estas coinfecciones. Para finalizar y a modo de
conclusión, el presente estudio confirmó que las cárceles representan un escenario
crucial para el control de las infecciones de transmisión sexual, la hepatitis C y la
tuberculosis. En fundamento de ello, se hace necesario un plan integral para reducir la
propagación de estas infecciones en las cárceles mediante la realización de exámenes de
detección, intervención y prevención, como también mejorar el acceso a los
tratamientos; detallando que la omisión de estas prácticas representa o conduce a una
pérdida de oportunidad o chance para el control de las citadas infecciones, tanto a nivel
intramuros como extramuros.
Limitaciones del estudio: los autores reconocen que algunos factores de riesgo
potenciales asociados con las infecciones por VHC, VHB, VIH y sífilis pueden no haber
sido reportados debido al temor al castigo, lo que puede haber generado sesgos en la
recolección de datos. Además, todos los participantes eran hombres, lo que limita la
generalización de los resultados a las mujeres encarceladas. Finalmente, hubo un
número insuficiente de eventos para examinar los factores de riesgo de infecciones por
VHB, VHC, VIH y sífilis por separado.