EL ESTUDIO TUSKEGEE SOBRE LA SÍFILIS
En esta oportunidad este ateneo bibliográfico se centrará en un estudio cuyo objetivo fue el estudio de la sífilis o lúes en una población negra de los EEUU. Estudio que como se podrá observar representa una lamentable etapa de la investigación biomédica contemporánea. Como en muchos de nuestro ateneos, me voy a permitir algunas consideraciones propias las cuales aparecen en letras negritas.
En mayo de 1997 el presidente Bill Clinton pidió perdón por el Estudio Tuskegee, un largo estudio no terapéutico para conocer la historia natural de la sífilis, y en el que se negó el acceso al correcto tratamiento de la enfermedad a un grupo de varios centenares de varones negros del estado de Alabama. Según el presidente Clinton este estudio se había convertido en el símbolo del racismo en medicina, de lo que no ha de ser una investigación, de la arrogancia médica y de la opresión del Gobierno sobre la población negra. El experimento Tuskegee sobre sífilis fue un estudio clínico realizado entre 1932 y 1972 por el Servicio Público de Salud de los Estados Unidos (U.S. Public Health Service (PHS) para estudiar la evolución natural de esta enfermedad en ausencia de tratamiento. Se realizó sobre un grupo de población rural de raza negra de bajo nivel adquisitivo y cultural y no se interrumpió a pesar de la introducción de tratamientos eficaces (penicilina) para la resolución de la enfermedad durante estos años (1945). El PHS, en colaboración con el Instituto Tuskegee, comenzó el estudio en 1932. Bajo varios supervisores el estudio continuó hasta 1972. Durante el dilatado período del estudio (40 años) muchos de sus integrantes murieron a causa de la sífilis y nacieron niños afectos de sífilis congénita, ante la impasibilidad terapéutica de los médicos que seguían el experimento.
Antecedentes y planteamiento inicial del estudio: la literatura médica del primer tercio del siglo XX frecuentemente afirmaba que la sífilis terciaria solía afectar más al sistema nervioso en los blancos, mientras que la afectación cardiovascular era más frecuente entre las personas de piel negra. Los investigadores tomaron un grupo de 600 individuos afroamericanos de Macon County (Alabama); 399 de ellos habían contraído la sífilis previamente y un grupo control de 201 hombres sanos (fig. 2). Los participantes en este estudio, en su mayoría analfabetos, recibían atención médica gratuita, una comida diaria y un seguro de 50 u$s para cubrir sus gastos de entierro, en caso de fallecimiento. No se les comunicó que tenían sífilis ni se les trató. La financiación de este y de otros estudios sobre la sífilis correría a cargo de la Fundación Julius Rosenwald, que costearía los gastos de tratamiento de los pacientes. La crisis bursátil de 1929 provocó que se retirase el fondo Rosenwald.
Un estudio a largo plazo: cobayas humanas: no obstante dicha crisis, el estudió continuó su curso en el tiempo. Los sujetos del estudio nunca fueron informados, recurriendo al engaño para conseguir su colaboración. Para asegurar la presencia de los sujetos en el estudio, uno de los supervisores, envió a los pacientes una engañosa carta titulada “Última Oportunidad Para Un Tratamiento Especial Y Gratuito”, solicitando además autorizar la autopsia tras la muerte, con la excusa de recibir el seguro que cubría los gastos del sepelio. Los investigadores estaban obsesionados con obtener datos para la ciencia, por encima de cualquier consideración ética. Interesantemente, no era un estudio secreto, numerosos datos y artículos fueron publicados a lo largo de todo el experimento. Lamentablemente nunca se alzaron voces de la comunidad científica.
Desarrollo de test no treponémicos: La mayor utilidad del experimento Tuskegee fue la de proveer de suero para desarrollar y estandarizar los test serológicos para el diagnóstico de la sífilis. Los primeros resultados obtenidos en Tuskegee fueron publicados en 1934 y 1935. Un año más tarde aparecía el primer estudio clínico comparativo entre grupos tratados y no tratados de sifilíticos, ya realizado con suero procedente de Tuskegee, y en el que se hacía especial hincapié en la incidencia de la afectación cardiovascular. A partir de 1942 el PHS usó suero de Tuskegee para desarrollar el test VDRL. El experimento Tuskegee se convirtió en un instrumento para la política sanitaria internacional del PHS. Las investigaciones serológicas y el lucrativo comercio de test diagnósticos permitieron al PHS hacer frente a la investigación alemana, pionera en este campo y conquistar un lugar de privilegio en la OMS.
Introducción de la penicilina en el tratamiento de la sífilis: El descubrimiento preliminar de la penicilina había sido realizado por Fleming en 1928, y ya los médicos militares norteamericanos la usaron para tratar la sífilis en las tropas del Pacífico en diciembre 194342. El éxito del tratamiento fue notable, ya en 1947 la penicilina se había convertido ya en el tratamiento estándar para la sífilis. El éxito fue tal que a mediados de los años 50 la incidencia de la enfermedad bajó tan bruscamente que muchos creyeron estar ante una posible erradicación de la sífilis. Sin embargo, el experimento Tuskegee siguió adelante y el grupo participante en el estudio no fue ni tratado ni informado a este respecto, con el objetivo de continuar la investigación acerca de cómo la enfermedad progresa y mata al paciente. El tratamiento fue intencionadamente denegado a muchos de ellos, advirtiéndoles específicamente a los sujetos del estudio que evitaran el uso de penicilina. A pesar de que el gobierno de los EE. UU. patrocinó campañas sanitarias para la erradicación de la sífilis, el grupo del estudio Tuskegee fue cuidadosamente evitado. Durante la Segunda Guerra Mundial 250 hombres del experimento fueron llamados a filas y fueron diagnosticados de sífilis. En estos casos los médicos militares avisaban a los soldados enfermos de que requerían tratamiento, pero por orden del PHS estos avisos nunca llegaron a sus destinatarios. En 1951 el PHS insistía en que el experimento Tuskegee constituía «una oportunidad única» para la mejor comprensión de la evolución natural de la lúes.Indudablemente se evidencia una falta de código éticos, emergiendo no solo cuestiones atinentes a la investigación biomédica, sino también económicas, financieras, políticas y cuasi genocidas.
El final del estudio: El estudio continuó hasta 1972, cuando una filtración a la prensa condujo a su cancelación. En las fases tardías del experimento recién algunas voces alertaron sobre la falta de ética del mismo. El Centros para el Control y Prevención de Enfermedades – CDC – reafirmó la necesidad de completar el estudio hasta que todos los pacientes hubieran muerto para poder realizar las autopsias. La noticia apareció por primera vez en el Washington Star el día 25 de julio de 1972 y al día siguiente en la portada del New York Times. El escándalo motivó que el senador Edward Kennedy organizara una vista en el Congreso y tras la enérgica protesta se creó un grupo consultor que determinó que el estudio no tenía justificación médica y se ordenó su fin. El estudio Tuskegee había durado 40 años y solo 74 sujetos estaban aún vivos. De los 399 participantes infectados 28 habían muerto de sífilis y otros 100 de complicaciones médicas relacionadas. Además, 40 mujeres de los sujetos resultaron infectadas y 19 niños nacieron con sífilis congénita.
Conclusiones: Este estudio pone de manifiesto lo que representan los grupos más vulnerables en la experimentación biomédica: mujeres y embarazadas, minorías étnicas, económicamente desfavorecidos, discapacitados, niños, prisioneros, soldados o estudiantes. Así también, pese a la legislación internacional y a los códigos éticos siguen planteándose y realizándose estudios de experimentación en humanos de dudosa ética. Asimismo el aprovechamiento de una posición asimétrica en aras de obtener beneficios personales: profesional, científico o económico. Por lo que es importante conocer la historia para no cometer los mismos errores del pasado.
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Dr. Omar Angel Gabrielli
Asesor Médico – Instituto de Estudios Criminológicos