Dr. Omar Gabrielli
Hacia finales del mes de diciembre de 2019 se comenzaron a diagnosticar una serie de
neumonías sin un diagnóstico de certeza. El día 31 de diciembre de 2019, la República
China informa los casos a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Posteriormente,
el día 13 de enero de 2020, la OMS comunica el primer caso en Tailandia.
Posteriormente, con fecha 30 de enero de 2020 la OMS, declara una Emergencia en la
Salud Pública Mundial; para finalmente, declarar el día 11 de marzo de 2020 un
situación de pandemia. En este aspecto, requiere ser señalado lo siguiente. Cuando se
informa COVID-19, implica la denominación de la enfermedad – coronavirus disease
2019; cuyo agente causal, es el coronavirus SARS-CoV-2 – severe acute respiratory
syndrome coronavirus 2 – coronavirus tipo 2 del síndrome respiratorio agudo grave.
Los coronavirus conforman un importante y gran grupo de virus, los cuales infectan al
hombre, produciendo patologías a nivel del aparato respiratorio, gastrointestinal,
hepático y del sistema nervioso. Al respecto, podemos afirmar que el origen del
coronavirus SARS-CoV-2 es animal, lo que se denomina una zoonosis. En cuanto al
modo de transmisión de la enfermedad, se ha establecido que la misma ocurre ante la
exposición de un individuo sano con objeto contaminado o, ante un individuo infectado
con o sin síntomas – sintomático, presintomático, asintomático. Al respecto la OMS, ha
establecido que una persona sana es infectada por una persona portadora del SARS-
CoV-2 y que ha desarrollado síntomas y signos de la enfermedad – COVID-19. En este
punto caben las siguientes aclaraciones. El SARS-CoV-2 es transmitido por dos
mecanismos, a saber; 1) personas infectadas transmiten a personas sanas el virus a
través del contacto cercano o directo con gotitas respiratorias al momento de hablar,
toser, estornudar y respirar; 2) restos de estas secreciones respiratorias inertes en objetos
o superficies (fómites), donde luego el virus presente en estos restos de secreciones,
ingresará al aparato respiratorio del individuo sano a través de las mucosas de ojos,
nariz y boca, lo que condicionará su capacidad de producir la enfermedad. Los
investigadores, piensan que la transmisión sintomática es la que mayor número de
contagios ocasiona, en fundamento que estudios han demostrado que, durante los
primeros tres días de la infección, esta se encuentra mayormente ubicada en las vías
aéreas superiores (nariz/garganta), lo que genera que las citadas gotitas respiratorias
portadoras del virus sean más fáciles de eliminar.
Es importante puntualizar el período de incubación del SARS-CoV-2, el cual es de 5
días (pudiendo extenderse hasta 14 días), lo que se conoce como período presintomático
de la enfermedad. En esta etapa, la transmisión presintomática ocurre cuando una
persona ya infectada es capaz de contagiar a otras personas sanas, aun cuando esta
persona infectada no haya experimentado o manifestado síntomas hasta ese preciso
momento. Hablaremos de transmisión asintomática, cuando nos referimos a aquella
ocurrida cuando una persona sana es contagiada por otro individuo portador del virus,
pero que en ningún momento del curso de la infección (enfermedad) se muestra
sintomático. Razón, por la cual, se ha demostrado la contagiosidad a partir de individuos
asintomáticos. Quedando finalmente, recordar el tipo de transmisión intrahospitalaria
que involucra al personal de salud.
De modo muy frecuente y fuera del ámbito médico-académico, se hace referencia al Ro.
Esta sigla Ro, se utiliza para hacer referencia al número de reproducción básica, que es
un parámetro teórico, el cual brinda información sobre la velocidad con la que una
enfermedad transmisible – infecciosa – puede propagarse en una determinada
población; siendo además utilizada para medir la dinámica promedio de casos
secundarios que se producen a partir de un caso inicial o 0. Si nos adherimos a lo que
promueven los investigadores, para el caso del SARS-CoV-2 se indica que el Ro a nivel
mundial oscila entre 1.4 – 3.5; es decir, que una persona infectada, teóricamente, puede
infectar de 2 a 4 personas.
Otro parámetro de interés educativo e informativo, y no descripto por las autoridades
sanitarias, es el denominado número reproductivo efectivo o Re. Este, es un parámetro
que estima cuantos individuos en promedio se han contagiado cada día a partir de la
notificación de casos ya existentes y observados durante la pandemia. De manera
convencional, se considera que, si el Re es mayor a 1, es indicativo que la enfermedad
continuará propagándose. Por lo tanto, mientras mayor sea el Re mayor será el número
de contagios secundarios originados a partir del caso 0 (inicial). A medida que el Re
disminuye, será mucho menor la exposición de la población susceptible a contraer el
virus, o porque la proporción de la población susceptible disminuye por la llamada
inmunidad rebaño.
Independientemente de la teoría, la importancia sanitaria y para conocimiento de la
sociedad, es que ambos parámetros – Ro/Re – ofrecen un espectro amplio y general del
comportamiento de la pandemia COVID-19, además de servir como apoyo para poder
determinar la necesidad de emplear medidas de salud pública, mas o menos estrictas,
para la mitigación, contención y control de la pandemia (ej. continuación con medidas
de cuarentena obligatoria). A criterio del suscripto, el parámetro Re, no ha sido referido
por parte de las autoridades sanitarias actuales, tanto para la información médica como
poblacional.
Llegados a este punto informativo, caben algunas consideraciones a lo que los médicos
denominamos patogenia, en otras palabras, causa y desarrollo de una determinada
enfermedad. Específicamente, tal como fuera ya referido anteriormente y para el caso
que nos convoca, el SARS-CoV-2, ingresa al organismo a través de las mucosas, ya sea
oral, nasal o conjuntival. De manera concreta y concisa, el conjunto de síntomas y
signos de la enfermedad en los casos severos, se explican en virtud de una respuesta
inmunológica (defensa) desproporcionalmente inadecuada.
Por lo tanto, si nos atenemos a lo previamente informado, deberemos tener en cuenta
algunas particularidades de las principales manifestaciones clínicas de la enfermedad.
Conforme a los primeros informes epidemiológicos provenientes de China, la infección
se ubicó entre el grupo etario de los 47 -59 años, con un ligero predominio del sexo
masculino. Entre las enfermedades preexistentes o comorbilidades más frecuentes,
figuraban la hipertensión arterial, diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares,
tabaquismo, enfisema pulmonar y obesidad. A partir de tener en cuenta estas
comorbilidades, se determinó que los pacientes de mayor riesgo para poder presentar un
cuadro clínico de tipo severo lo configuraban aquellos grupos poblacionales que
padecían algunas de las enfermedades citadas; como así también, los adultos mayores
de 60 años, la personas inmunocomprometidas (cáncer, síndrome de inmunodeficiencia
adquirida, etc.), embarazadas y asmáticos. Todo ello, fue un modelo a seguir por las
autoridades sanitarias y penitenciarias, al momento de considerar los denominados
grupos de riesgo o vulnerables a la pandemia por la COVID-19.
Como ya fuera referido anteriormente, los síntomas de la enfermedad son totalmente
inespecíficos; muchos de los cuales semejan los cuadros virales estacionales de las
épocas invernales, principalmente. Ateniéndonos, a la bibliografía temática, se
contempla que su espectro clínico puede ir desde un cuadro clínico asintomático hasta
síntomas compatibles con una severa neumonía que conlleve una insuficiencia
respiratoria severa. Los principales síntomas descriptos, se reúnen en: fiebre, tos seca o
no productiva, astenia o cansancio, dolores musculares, dolores articulares, escalofríos,
cefaleas, dolor de garganta y falta de aire. En menor frecuencia, se citan la pérdida del
olfato, pérdida del gusto, diarrea, vómitos, congestión nasal, etc.
Adentrados en lo más representativo de la enfermedad, cabe citar la metodología
diagnóstica de la enfermedad. Como axioma en medicina, siempre la sospecha clínica
tendrá su significativo valor diagnóstico en el contexto de una población susceptible de
la enfermedad. El diagnóstico de laboratorio definitivo se realiza por el método
conocido como PCR-RT, cuyo principio básico se fundamenta en detectar el genoma
(material genético) del virus. En los pacientes ambulatorios el material (exudados) se
obtiene del hisopado nasofaríngeo u orofaríngeo; en paciente bajo asistencia respiratoria
mecánica mediante el lavado broncoalveolar o BAL. Cabe señalar, en este rubro la
denominada carga viral de las células de los pacientes infectados (similar a la carga viral
de pacientes portadores del virus de inmunodeficiencia adquirida – VIH).
Entendiéndose por ello, que ha menor o nula carga viral, desciende la capacidad de
transmisibilidad del virus. Existen otras pruebas, las denominadas pruebas rápidas, las
cuales se fundamentan principalmente en la detección de anticuerpos
(inmunoglobulinas) contra el virus. A modo de ejemplo, la detección de la
inmunoglobulina M – IgM – alrededor del 5° día del curso de la enfermedad (fase
aguda), y de la inmunoglobulina G – IgG – alrededor del 15° día (fase crónica). Amerita
ser destacado el rol de las pruebas diagnósticas rápidas; su mayor utilidad radica cuando
se utilizan para detectar oportunamente la infección por SARS-CoV-2, sobre todo
cuando la PCR-RT no se encuentra disponible o no se puede realizar de manera masiva.
Es imprescindible que sean valoradas junto con la situación epidemiológica y clínica del
paciente – población. Creo como oportuno y digno de mencionar las pruebas
diagnósticas rápidas desarrolladas en nuestro país, por investigadores del CONICET; en
cuanto al diagnóstico del genoma viral como de anticuerpos circulantes de pacientes
evolucionados. 1) NEOKIT-COVID-19, el kit de diagnóstico rápido presenta dos
cualidades: permite testear muestras de ARN viral y obtener resultados en menos de dos
horas (con similar sensibilidad que las técnicas actuales de PCR-RT) y no requiere
equipamiento completo. El cambio de color de violeta negativo a azul positivo
determina una prueba positiva para SARS-CoV-2. Esta herramienta agiliza y refuerza la
respuesta del trabajo sanitario, porque en muy poco tiempo, los equipos de salud tienen
la certeza de qué decisiones tomar sobre el paciente con síntomas, es decir, si
mantenerlo aislado, darle el alta o bien, realizar algún tratamiento. En pocas palabras, es
una prueba diagnóstica rápida de partículas del genoma del virus. 2) COVIDAR IgG,
detecta en sangre y suero anticuerpos que el sistema inmune produce específicamente
para el nuevo coronavirus. Si el resultado es positivo significa que la persona testeada
estuvo cursando la infección o que lo está haciendo.
Entiendo que esta temática se encuentra sometida a continua y dinámica revisión e
investigación, importando entonces subrayar las medidas de carácter preventivo, las
cuales configuran el pilar fundamental de la lucha contra esta enfermedad de carácter
pandémico. Por lo cual, no existiendo al momento actual de esta publicación,
tratamiento específico contra la COVID-19, ni de una vacuna capaz de prevenir la
infección por el SARS-CoV-2; redunda en subrayar la importancia de las medidas
masivas de salud pública escogidas por la gran mayoría de la comunidad internacional;
las cuales han demostrado científicamente ser las únicas efectivas para la contención en
la propagación de la enfermedad, como así también, su mitigación. Como es de notorio
conocimiento, las mismas se fundamentan principalmente en el distanciamiento social y
la cuarentena. Así también, debemos incluir entre las recomendaciones generales para la
prevención, dos medidas básicas; como son el lavado de manos frecuente y el uso de
mascarillas. Para finalizar, me permito una breve consideración con respecto a las
medidas a adoptar en situaciones de encierro, como así también para el resto de la
población general. El screening de síntomas no basta, hay que incrementar los testeos
poblacionales. Los mismos se deben adicionar enfáticamente a las medidas no
farmacológicas ya referidas previamente – distanciamiento social, mascarillas, limpieza
e higiene de manos y ambientes, desinfección en espacios compartidos y cerrados. Los
testeos, son reconocidos científicamente como una importante estrategia a seguir y
realizar de manera ampliada para la toma de decisiones en salud pública frente a la
pandemia COVID-19.